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El Síndrome De La Revolución Libertadora


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Resumen del Libro

El copamiento del sector educativo por el nacionalismo católico dio un fruto inusitado: por obra del Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Gustavo Martínez Zuviría, se decretó la ley de enseñanza religiosa en las escuelas primarias y secundarias controladas a partir de allí por la jerarquía eclesiástica. La medida fue impuesta por el gobierno del Gral. Ramírez el 31 de diciembre de 1943. Tal disposición representaba uno de los anhelos más acariciados por los nacionalistas católicos, después de muchos años de laicismo escolar y dura lucha contra leyes liberales que habían cercenado prerrogativas a la iglesia. Por eso: ¿cómo no iba la Iglesia a apoyar a Perón y su nuevo movimiento político? El líder había acentuado a medida que avanzaba la campaña electoral su profesión de la fe católica, cristiana. Además era el continuador natural del GOU, que había decretado la polémica ley. Antes otra pastoral colectiva en 1942, había condenado al liberalismo, al socialismo y comunismo, e incluso al totalitarismo y racismo materialista, de la misma forma en que los condenaba ahora. Y Perón había gestado un movimiento policlasista, opuesto en principio a todo aquello. La coincidencia no podía ser mayor, porque en la vereda de enfrente (Unión Democrática) se habían ubicado todos los partidos que postulaban cuestiones adversas a la Iglesia: el laicismo escolar, el divorcio, la separación de la Iglesia y el Estado, etc. La pastoral del 15 de noviembre de 1945 vino a confirmar ese apoyo tácito que la Iglesia daba a Perón y su campaña. Gracias al apoyo decisivo de la Iglesia, el Peronismo triunfó en 1946. Pablo Marsal opinaba que los ciudadanos tenían principios religiosos que los indujeron a colaborar en lo político con un movimiento que cortó al principio con las dos corrientes de impiedad y oposición al catolicismo existentes en nuestro país. Sólo años más tarde –concluía–, los católicos reconocerían su error político al …


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