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El Acertijo Del Camagüey Y Otros Cuentos


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Resumen del Libro

…y en una de estas páginas, un personaje del elenco -cierto cronista que se hace pasar por mí- dice que una vez en el útero sólo conviene dejarse llevar, y entonces jugar a lo que sea pero sin pretender que damos vida. Desde un sillón cualquiera él sugiere que lo intelectual tiene patas cortas en la tercera dimensión. Ahora, a través de un curioso ida y vuelta, me permito plagiarlo. De ahí el sentido de unos cuentos que en realidad fueron más ambiciosos que no sé qué. Muy a pesar mío se me ocurren cuestiones que terminan asimilándose unas a otras mientras viajan en la misma dirección y con el mismo destino: algún vientre mayúsculo para pegarle una ojeada, si se deja, o en todo caso para quedarme un rato allí, a jugar en la ignorancia con los bordes hasta enrojecerlos de placer, pero sin aspirar a desgarrar el fondo. Siempre es lo mismo, apenas un duelo a primera sangre. Es que a la hora de destrincar los cañones a mí se me da por empuñar un pincel, por suponer las heridas. Sangre para pintar.Incluso cada tanto me tiendo por acá nomás a mirar para arriba. El propósito es adivinarle el culo al cielo, claro que sin involucrarme demasiado y además fingiendo una advertencia: ‘ojo, con cuidado que los estamos vigilando’. Viene bien mantenerlos a raya arrojando contra las estrellas una que otra piedra amenazante. Sin embargo, al estar en la mira me apuro a esconder la mano. Hoy elijo disimularme en mi circunstancia detrás de una frase para todo servicio: yo no fui. De todos modos -sostiene Pereyra- a veces uno…


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