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El Matadero


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Resumen del Libro

El texto está a medio camino entre la crónica, la ficción, el ensayo y el panfleto, con resonancias románticas y también realistas, El matadero se resiste a las clasificaciones cerradas. Empieza como un relato de costumbres, con cierta ironía narrativa –«A pesar de que la mía es historia, no la empezaré por el arca de Noé y la genealogía de sus descendientes»–, relato que se permite cierta crítica hacia la Iglesia y la administración del Restaurador –«sabiendo que el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad singular para someterse a toda especie de mandamiento»–, luego toma tintes de crónica social, realista, naturalista incluso, cuando cuenta del matadero del Alto, la organización, la estructura de poder alrededor del Juez y las costumbres, después empieza la repartija de carne y vísceras entre achuradoras, mendigos y perros, escenificada con suma crudeza que se intensifica cuando un toro escapa y causa la decapitación de un niño como epílogo de una serie de cuadros sanguinolentos, crueles, como la etapa negra de Goya, pero también precursores de estéticas que luego se verían en el teatro Grand Guignol a comienzos del siglo XX, pionero a su vez de manifestaciones más recientes como el gore, y por último, cuando irrumpe el joven unitario en las inmediaciones del matadero, y con él la inconfundible ficción, el relato, con sus alegatos entre personajes y las observaciones del narrador marcadas por los contrastes ideológicos, llega hasta el punto en que críticos como Beatriz Sarlo han llamado «el primer ensayo narrativo en prosa» a El matadero… Todo esto en tan solo un puñado de páginas.


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