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Vicente Blasco Ibane Libros

La Horda

A las tres de la madrugada comenzaron a llegar los pri-meros carros de la sierra al fielato de los Cuatro Caminos. Habían salido a las nueve de Colmenar, con cargamento de cántaros de leche, rodando toda la noche bajo una lluvia glacial que parecía el último adiós del invierno. Los carret-eros deseaban llegar a Madrid