Menu

Paternidad


Autores


Resumen del Libro

El rápido de París a Belfort atraviesa velozmente los arrabales. Aunque estamos en mayo, la mañana sin sol es fría. Un fuerte viento del Noroeste impulsa grandes nubarrones que se deshacen en lluvia sobre los campos de trigo, de cebada y de alfalfa que cubren con sus variados matices las monótonas llanuras de la Brie. Las gotas de lluvia pintan los más extraños dibujos sobre los cristales de un vagón de primera clase en que va un solo viajero quien parece preocuparse muy poco del mal tiempo. Abrigadas las piernas por ancha manta y una gorrilla sobre los ojos, está absorto en la lectura de unos documentos y en el examen de unos planos que va sacando de una gran carpeta puesta sobre los almohadones y en la que puede leerse esta inscripción: Bosques de Val-Clavin.—Petición de deslindes. Al través de la lluvia poco tiene de interesante el paisaje, pero, por la tensión de los músculos de su rostro y por la honda preocupación del viajero, se adivina que seguiría del mismo modo indiferente a lo de afuera aunque llenara el sol el espacio todo y fuese el paisaje mucho más pintoresco. Es hombre de unos cincuenta años y, sin embargo, sus movimientos son ligeros, ágiles, su vestir, muy cuidado y de una elegancia irreprochable, le da un aspecto de plena juventud. Sus rasgos son finos y correctos, en su barba cortada en punta y en sus cabellos castaños se ven mezclados algunos hilillos blancos, el firme modelado de su boca y de su nariz aguileña, con las dos arrugas verticales que afirman su entrecejo, indican en él una fuerte voluntad. Cuándo levanta un poco su gorrilla para limpiar los cristales del vagón empañados por la humedad, se ven a plena luz sus ojos, hermosamente azules y de mirar dulcísimo, que corrigen por la expresión un poco dura y fría de todo el rostro.


Opciones de descarga:


Comenta el libro

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *