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María Y El Redentor.


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Resumen del Libro

Ya lo predijo el profeta Miqueas: Empero los dejará hasta el tiempo que para la que ha de parir. Esta es una clara alusión de la futura madre—según la carne—del niño Jesús: María (Lc 1:28-35), la virgen igualmente anunciada con anterioridad por el profeta Isaías quien aseveró: He aquí que la virgen concebirá, y parirá hijo, y llamará su nombre Emmanuel (Is 7:14). No se endiosó ni llenó de arrogancia por la revelación recibida, todo lo contrario, más bien preocupación por saber en qué sociedad se desenvolvía como esposa. Debemos por tanto afirmar la actitud y carácter de María, mujer especial, tan joven y llena de gracia, quien maravillosamente y con obediencia no cayó en disertación alguna con el arcángel que pudiera sombrear su fe, sino que confiadamente, en su gran sencillez solo dijo: He aquí la sierva del Señor, hágase a mí conforme a tu palabra. La obra expiatoria que en esos días era anunciada—y en pocos años manifestada—iba acompañada de gran sufrimiento anunciado desde la mismísima Creación en las Sagradas Escrituras a través de los siglos (Gn 3:15b, Is 53:3-12). Simeón es usado aquí por Yahweh Dios para revelarnos la historia y consolar a la joven madre.


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