Carta De Un Asesino

Resumen del Libro

Esta novela evoca consigo un mudo de misterio y terror, abarcando los conflictos propios de la enajenada razón. Encadenando entre sus oscuras líneas, aquellos fervorosos lectores que yacen su encanto, en el misterio mismo de la muerte y su dadivosa ofrenda de complejidad. Justo allí, donde el sigilo del silencio conspira con el agobio y el ultraje del pasado, para labrar en el presente la cándida e innoble mano de un asesino. Así pues, sean estas letras el tibio manto y arrullo del febril deseo de muerte al cual todo mortal acude. Sean estas, la contemplación del alma misma en sus penitentes momentos bajo el yugo de su mortalidad. Sea entonces, que ausente en la ausencia de toda razón, estas tenues letras ofrendan al viajero el pagano camino del malhechor, aquellos aconteceres del tiempo que forjan en su zahiriente transitar, el origen y motivación del asesino. Pues encarnada la carne en esta palabra, esta novela transporta al leyente a la mente y oscura narrativa de un artista de los lienzos, que cuan sumisa presa en los cándidos años de su infancia, conoció el lacerante dolor de la muerte y el inefable deseo de la sangre. Sea en la dadivosa ofrenda de los años venideros, que aquella manchada niñez e inocencia quedo atrás. Tan atrás, como aquel recuerdo de muerte y tan ausente de sí, como le era posible a este mundo ofrendar dentro del lúgubre numen de la depravación. Embebido fuere aquel silente artista en el sórdido placer de la carne y su mundanidad, errante de sus pasos al exilio de su adormecido recuerdo. Ausente de si, como barcaza sin puerto donde arribar. Y fuere en ese ir y venir de la perversión de sus pasos, que aquel destino cruel con su manto de coincidencia abrigo su alma, al lecho de una olvidada ciudad. Una ciudad sin nombre, dotada de la simplicidad de los siglos idos al inexorable paso de la premura del tiempo y su renuente capricho de quietud. Y justo allí, a la complacencia de la ambición y la aristocracia, nuevamente…