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Rostros Inmortales. Una Colección De Máscaras Mortuorias


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Resumen del Libro

El siglo XIX europeo dejó a las generaciones siguientes una abrumadora cantidad de máscaras mortuorias de las personalidades más destacadas de su tiempo. Pronto aparecieron los primeros estudios y reflexiones al respecto, pero no fue hasta 1926 cuando, de la mano del libro de Ernst Benkard, el tema suscitó verdadero interés entre los estudiosos de la historia del arte y otras disciplinas afines. En un principio se pensó que aquel era un fenómeno propiamente decimonónico, pero las sucesivas investigaciones comenzaron a destapar una realidad fascinante que nos remonta como mínimo al antiguo Egipto. Las máscaras mortuorias son sin duda unas piezas de gran potencia visual ya que nos muestran el rostro real, incontestable, de la muerte. Sobre todo hay algo que impresiona de modo especial tanto en estas obras como en la fotografía post-mortem: la ausencia total de una mirada. El rostro muerto, impreso en una pieza de yeso o cera, es algo más que una simple representación del difunto. Es una imagen que detiene el tiempo natural (corruptible) del cadáver, e inicia un nuevo tiempo para la memoria y recuerdo de su extinta presencia carnal entre sus allegados.


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