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Las Edades De La Vida Y La Pregunta Por El Sentido


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Resumen del Libro

Del presente es grata la actividad, del futuro, la esperanza, y lo más grato el resultado de la actividad, y lo más amable. Todos tienen más cariño a lo que se logra con trabajo. Recibir no es penoso, pero cuesta trabajo hacer el bien. Los progenitores aman a sus hijos como algo de ellos mismos, y conocen a quienes han nacido de ellos mejor que sus criaturas saben de quién proceden, se estrecha más el vínculo del que ha dado que el vínculo de quien ha recibido. Lo que procede de nosotros está más cerca de nuestra sustancia, y así los padres quieren a sus hijos desde que nacen, y éstos a los padres sólo después de cierto tiempo. Los padres quieren a sus hijos como a sí mismos, ya que vienen a ser como otros . Los padres sienten que en el hijo hay más de lo que ellos han puesto, que es un bien confiado a ellos, un don de la vida que no lo cambiarían por el mundo entero. Mirando cara a cara a tu hijo ¿estarías seguro de haberle dado la existencia? ¿No tendrías por ello un sentimiento de pudor, de inseguridad, de temor? La vida se revive en los hijos, se empieza casi a comprender por primera vez la propia vida. Un hijo es como un espejo en que los padres se miran, y también el hijo se ve a sí mismo en los padres tal como será algún día. Pero el padre sospecha: ¿quién sabe si no ha ejercido sobre el hijo una mala influencia? Llegará el momento en que el muchacho tomará sobre sí la culpa paterna y la hará suya por propia decisión. Y al hacerlo se elegirá a sí mismo. Es hermoso que un hijo pueda arrepentirse de la culpa del padre, quien rescate el alma del padre a costa de su felicidad terrena, convirtiendo su vida en una expiación consciente y amante de la vida del padre, que ha hecho de su juventud un suplicio. Pero hay un peligro: la singular severidad de una educación. ¿De dónde viene que los niños severamente educados no lloren cuando se caen y golpean? De saber que sus padres, si se enteran, encima los castigan. Y ¿por q…


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