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El Patio De Beppo


Autores


Resumen del Libro

Tiempo no existe en el patio de Beppo, dice Rubén Cestari en las últimas líneas de la narración que abre este libro y que le da título. Y es una de las verdades que rigen toda la obra. Si bien aclara que son Narraciones y poemas, la diferencia entre ambos se hace muy tenue. Varios de los escritos en prosa desbordan de aromas poéticos. Las imágenes pasan a un primer plano, hacen que el lector olvide que va recorriendo una sucesión de hechos y, en cambio, experimente que navega en un mar de sensaciones. Los personajes andan –¿o flotan?– como en los sueños: se vuelven inmensos o pequeñísimos, brillantes u oscuros, sin que en verdad cambien sus apariencias o sus volúmenes, las peripecias son internas. A veces no hay siquiera personajes: solo un fluir que habla sin bocas ni cuerpos. El ojo del autor parece multidimensional, todo lo capta, todo lo vigila. Pero la omnisciencia no lo hace un tirano. El afecto que siente por la arcilla literaria se empeña en asomar bajo las más diversas formas: desde un sepulturero fervoroso que le burila epitafios a las palabras muertas, hasta un kiosquero que ama en silencio a una clienta diaria y fugaz, desde un rutinario oficinista que de pronto descubre lo atroz de su cárcel, hasta una pareja de ancianos que mantiene vivo su fuego mágico, desde el bravío anatema al cáncer que creyó matar a un poeta, hasta la revelación que demuele post mortem el prestigio de un recio malevo de bajos fondos. Aun en los momentos duros de las historias, hay algo de esperanza y de redención implícita. El patio de Beppo se lee como inhalando una brisa fresca. Juan José Oppizzi


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