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Diego De Covarrubias Y Leyva


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Resumen del Libro

Esta Salamanca orgullosa de sus hijos más notables —incluso de quienes son adoptivos— no debería olvidar, cuando se cumplen 500 años de su nacimiento, a uno de sus eruditos y humanistas más internacionales, jurista y teólogo, presidente del Consejo de Castilla, embajador español en el Concilio de Trento, hombre de mirada penetrante retratado por Alonso Sánchez Coello e inmortalizado como un noble anciano por el Greco, tanto en su retrato como en el gran mural de «El entierro del conde de Orgaz». Diego de Covarrubias y Leyva (1512-1577), personaje influyente y respetado ya en su época, al que los estudiosos actuales consideran una figura de primer orden, no goza en Salamanca, sin embargo, de la popularidad de otros nombres vinculados a su Estudio. Veamos, si no: el poeta fray Luis de León cuenta en Salamanca con un colegio mayor en una plaza también dedicada a él, situada casi enfrente del solar del convento de los agustinos donde vivió, el teólogo Francisco de Vitoria —cuya doctrina colonial fue defendida por Diego de Covarrubias— o el matemático Abraham Zacuto dan nombre a bibliotecas universitarias y, por supuesto, a sendas calles, bien es verdad que este último en la zona de ensanche, en un intento de recuperar figuras históricas para el callejero salmantino, el catedrático de música Francisco Salinas, loado por Luis de León y promotor del magnífico cantoral de la Capilla Universitaria, preside en bronce la Rúa Mayor, frente a la Casa de las Conchas. Y, en fin, mucho más reciente, el universal Miguel de Unamuno da nombre a todo un campus universitario y a diversas asociaciones, entidades, colegios, etc., e incluso cuenta con un medallón en la Plaza Mayor y con una de las mejores estatuas de la ciudad, esculpida por Pablo Serrano. Todos ellos, además, excepto Zacuto —que nunca fue profesor en el Estudio, aunque a él se debe la creación de la cátedra de Astronomía en el siglo XV—, apadrinan aulas de las Escuelas Mayores,…


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